Poblado Ibero Fortificado de Serra Grosa y Castillo de Santa Bárbara

 

Poblado Ibero fortificado de Serra Grosa.-

Los primeros pobladores de Alicante sin duda alguna eligieron este enclave para su asentamiento, adscrito a la Edad del Bronce.



 

 Posteriormente sus pobladores, con la llegada de la orientalización, se trasladan al asentamiento de L´Illeta de Campello, primer vestigio de poblamiento íbero en la comarca de Alicante, según se desprende de las actuaciones arqueológicas efectuadas.

 

 Durante la reconquista, la ciudad y su fortaleza fueron rendidos por las tropas almohades al infante castellano Alfonso, primogénito del rey Fernando III. En los años posteriores, y en los confusos pactos y hechos de armas que relacionaron musulmanes, castellanos y aragoneses, la plaza se sublevó y de nuevo tuvo que tomarla por las armas en aún infante Alfonso. 

 

 Tal conquista se consolidó el 4 de noviembre de 1.248, festividad de Santa Bárbara, de la que tomó su nombre en conmemoración del tal efeméride, cuando el castillo al fin pasó a manos cristianas, aunque no estaría definitivamente en poder castellano pues en el el año 1.261, siendo ya rey Alfonso X el Sabio, la rebelión musulmana tomó de nuevo la fortaleza, extendiéndose la sublevación a otros territorios limítrofes.

 

 Durante la contienda militar mantenida entre Pedro de Aragón y Valencia, y Pedro de Castilla (denominada Guerra de los Dos Pedros), el castillo de Santa Bárbara estuvo en manos castellanas y aragonesas de forma alternativa. Finalmente, al abandonarlo las fuerzas castellanas en 1.366, el castillo se encontraba en estado ruinoso.

 

 A principios del siglo XV, el rey Martín el Humano acometió nuevas obras de recuperación del Castillo de Santa Bárbara. En los inicios del siglo XVI, la irrupción de la artillería, sus usos y estrategias, eran un hecho consumado, y en castillo se adaptaron las nuevas innovaciones de forma temprana.

 

 En el siglo XVI serían muchas las escaramuzas y batallas que se librarían desde Santa Bárbara contra las incursiones piratas. Éstas provenían de los corsarios berberiscos y conducirían a que el rey Felipe II ordenase nuevas y más potentes fortificaciones en el castillo. Los ingenieros franceses e italianos desarrollaron nuevas técnicas de defensa y fortificación adaptadas al uso artillero, y por ello el rey encargó a los ingenieros italianos Fratín y Antonelli el proyecto de reconstrucción y adaptación del castillo, edificándose nuevos fortines, fosos, murallas, torreones, etc., destinados a utilizar y resistir más eficazmente la guerra apoyada en la artillería. Las nuevas obras de acondicionamiento se llevaron a cabo a finales del siglo XVI, incrementándose notablemente el perímetro de la fortaleza. No obstante, en esta nueva reestructuración, desaparecieron importantes restos del amurallamiento árabe original.

 

 A mediados del siglo XVII se acometieron otras reformas y se le volvió a incorporar más capacidad de fuego artillero. En 1.691, el castillo sufrió una de sus mayores pruebas de fuego, cuando una escuadra del rey francés Luis XIV puso sitio a la ciudad. Ante la negativa de rendición, se inició el asalto y consecuente duelo artillero entre las fuerzas navales atacantes y las fuerzas resistentes de la fortaleza. El sitio duró una semana y el castillo sufrió serios daños, finalizando el asedio con el abandono de la fuerza francesa ante la llegada de las fuerzas navales españolas que acudían en apoyo a la ciudad.

 

 Durante la Guerra de Sucesión, la fortaleza estuvo continuamente asesiada, relatándose tres importantes acciones de armas en pocos años: la primera, en Agosto de 1.705 en la que las tropas de Felipe V rechazaron el asalto de las fuerzas del archiduque Carlos. La segunda, el 9 de Enero de 1.706, en que las tropas del archiduque volvieron a intentar la rendición de la fortaleza sin éxito. Finalmente, el 8 de Julio de ese año, las fuerzas del archiduque iniciaron un largo asedio por tierra y por mar que concluyó con la toma de la fortaleza el 6 de Septiembre. Fue ésta una de las épocas de más protagonismo del Castillo de Santa Bárbara.

 

 A pesar del fracaso en la Batalla de Almansa, la fortaleza quedó en poder de los aliados hasta bien entrado el año 1.708. A principios de diciembre de este año, las tropas de Felipe V sitiaron la ciudad de Alicante, consiguiendo su rendición en la mañana del día 7 de ese mes. Sucumbió la ciudad, pero no su castillo, que, bien defendido y con numerosa tropa, resistió el asalto.

 

 El carácter probado de la inexpugnabilidad  de Santa Bárbara obligó a las tropas borbónicas a plantearse otras alternativas, decidiéndose por la voladura de la fortaleza. Aquí se inicia una de las más épicas gestas militares libradas en este castillo. El general francés D´Ansfeld ordenó la preparación de una mina  a una profundidad de veinte metros y casi cien mil libras de pólvora. Con esta evidente amenaza se conminó a los defensores su inmediata rendición y, ante la negativa de éstos, se decidió la voladura en los últimos días de febrero o los primeros de marzo de 1.709.

 

 La explosión destruyó una gran parte de la fortaleza, y las grandes rocas desprendidas y lanzadas por los aires, ocasionaron importantes daños en la fortaleza y la ciudad, siendo muy numerosas las bajas humanas entre la oficialidad y la tropa resistentes. No obstante, los defensores, en número superior al medio millar, no se rindieron hasta mediados de abril, momento en que las circunstancias eran sumamente precarias. Tras la rendición, las fuerzas aliadas abandonaron la fortaleza con honores y desfilando ante la formación de las tropas borbónicas asaltantes.

 

 Durante la Guerra de la Independencia, la fortaleza hizo frente, con su poder artillero, a algunos asaltos de las tropas francesas. En esta época, un hecho fortuito prendió fuego a las reservas de pólvora del castillo, provocando una enorme explosión que destruyó parcialmente sus instalaciones. A partir de ello, su importancia declinó rápidamente, siendo desartillado definitivamente en 1.893. Después sirvió como prisión militar en tiempos de Jovellanos y el general Elío, entre otros.

 

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